Los cuentos de Bruna: los guisantes

 

 

A Bruna no le gustan guisantes y por eso no los come.

 

Cuando su plato se llena de esas pelotitas verdes con sabor raro y color verde marciano que los mayores llaman guisantes, Bruna echa el candado, cierra la boca, y se niega a tragar.

 

Su papá intenta convencerla que hay que comerlos. Mas Bruna no cede.

Mamá toma cartas en el asunto e insiste en que… Mas Bruna no cede.

Manuel también hace lo posible para ayudar a su hermana a tragar los guisantes. Mas Bruna no cede. También colaboran la abuela María y el abuelo Martín y no lo consiguen. A Bruna no le gustaban los guisantes, ni jamás le gustarán.

 

Y en esas andábamos, cuando cierto día, Bruna fue la a biblioteca. Le gustaba acudir a la hora del cuento, esa en que niños y niñas se convierten en oyentes y dejan de charlar y pasear por las estanterías a la caza y captura de libros que les atraigan para mirar, para leer.

 

Durante la hora del cuento, los relatos acuden, sin necesidad de desplazarse, sin tener que salir en su búsqueda. Ahí están, salen de la boca de la narradora, para colarse dentro de los oídos de una sin tan siquiera pedir permiso.

 

Cuando Bruna regresó a casa, sentó su muñeca azul y su osito en sus sillas y empezó a contarles el cuento de la princesa y el guisante que acababa de escuchar. ¡Es que no se lo podía creer! Una bolita verde de aquellas que ella aborrecía tanto había conseguido llenar de moratones y magulladuras el delicado cuerpo de una princesa de verdad!

 

Afortunadamente para Bruna, aquella noche no había guisantes para cenar. Pero daba igual, estaba convencida de que al primero que encontraría lo chafaría con el tenedor hasta dejarlo convertido en puré. ¡Qué asco!

 

Cuando regresó a la biblioteca, Bruna buscó y buscó por entre las estanterías hasta encontrar un libro que le hablara de la princesa y el guisante

 

A partir de entonces, Bruna pedía una y otra vez que le contaran el cuento del guisante que magullaba princesas.

 

Y se quedaba encandilada viendo las ilustraciones del libro que mostraban la princesa, y el aspecto del príncipe, y se divertía viendo aquel montón de colchones haciendo equilibrios encima del guisante.

 

 

Pero, ¿y tu?, ¿vas a menudo a escuchar cuentos en la biblioteca?

¿Conoces el de la princesa y el guisante?

Lo escribió Hans Christian Andersen.

 

Si todavía no lo conoces, ha llegado el momento de pedir a alguien que te lo cuente o de leerlo o de buscar ayuda para leerlo. Nunca olvides pedir un libro con bonitas ilustraciones, verás como pasarás buenos ratos mirando las imágenes.